Cristino de Vera (Santa Cruz de Tenerife, 1931) es un artista solitario y sobrio, dotado de una asombrosa capacidad de disertación. Hombre atraído poderosamente por la metafísica, el significado de su pintura remite a las eternas preocupaciones del hombre como el dolor, la soledad, el tiempo o la muerte. Con su obra, de líneas puras y dotada de misterio, este pintor es el primer artista vivo que entra en el Museo Arqueológico. La exposición, que se inaugura hoy, reúne 52 pinturas y dibujos que se relacionan con piezas de la Antigüedad. "Siempre me han fascinado los museos arqueológicos porque tienen ese sendero espiritual que ha dejado el rastro del dolor humano", declaró ayer el artista.
El pintor tinerfeño, viajero infatigable en otro tiempo, estudioso de arte en Italia y Francia, y desde 1951 afincado en Madrid, obtuvo en 1998 el Premio Nacional de Artes Plásticas. Tradicionalmente, este premio lleva aparejada la organización de una gran exposición dedicada al pintor galardonado. Esa muestra no se llevó a cabo porque había sido recientemente protagonista de una antológica en el Reina Sofía y de otras exposiciones en el Museo Internacional de Arte Contemporáneo de Lanzarote (MIAC).
Esta innovadora propuesta con la que ahora el artista atraviesa el umbral del Museo Arqueológico es, pues, una especie de deuda con él, que puede crear escuela y animar a que otros pintores contemporáneos se enfrenten a la antigüedad. Picasso es objeto en la actualidad de una experiencia similar en París.
Cristino de Vera posee, además, una peculiaridad que le hace especialmente merecedor del "honor" de estar en el Arqueológico. Deudor de Vázquez Díaz, Cézanne y Morandi, y admirador de Borges ("vi en él a un sabio, a un ciego, a un niño y vi a un ser desprotegido como lo estamos todos"), se ha acercado a la antigüedad de una forma peculiar comparado con otros artistas modernos. El arte de la vanguardia histórica miró al abismo del tiempo antiguo para tomar impulso creativo y dar nueva vida a los aspectos formales. Sin embargo, la correspondencia de De Vera vendría por afinidad espiritual, más que formal, explicó Enrique Andrés, comisario de la exposición Cristino de Vera, en la casa del tiempo, abierta hasta el 17 de febrero.
Él pintor estaba ayer pletórico. "Es un honor sentir que mi modesto trabajo pueda estar hermanado con los esfuerzos de muchos artistas de siglos y con el misterioso tiempo". De Vera está convencido de que el miedo "es el motor de las artes y de donde arranca todo", y se mostró orgulloso de exponer en el Arqueológico, "donde se acoge ese miedo, el temor y el ansia de todos los siglos. El arte es el escudo más bello del hombre para escudarse de aquello más doloroso. En todos los seres humanos que se acercan a las cosas profundas y bellas hay algo que roza lo sagrado".
Uno de sus temas recurrentes es Dios. "Desde la más remota antigüedad el hombre siempre ha tenido un dios, bien sea en forma de fetiche o de una manera espiritual, y el hombre se ha enajenado por haber perdido la belleza de todas las religiones".
Filosofía
Para este artista apasionado por la metafísica y la filosofía, a la que acude constantemente en sus diálogos, "en el drama griego se encuentra todo: la alegría, la incertidumbre, el misterio, lo inexorable de la muerte, todo lo que arrastra al hombre". Él cuenta con una gran tranquilidad y una breve sonrisa que se enfrenta a la muerte según las circunstancias. "Pintando, siempre buscando; de joven, viajando y luego leyendo y meditando mucho".
El trabajo de Cristino de Vera que forma parte de la exposición pertenece a los últimos años del pintor y procede de su colección particular. Y lo que tienen en común las obras de este pintor contemporáneo y las piezas antiguas (la mayoría de entre los siglos I y V antes de Cristo) -entre las que figuran una escultura ibérica, cuencos romanos, vasijas y una estela egipcia-, no es un tiempo, sino "una actualidad del tiempo. Cristino de Vera es un gran clásico", le definió Miguel Ángel Elvira, director del Museo Arqueológico.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 19 de diciembre de 2001