Cada ocho horas se diagnostica un nuevo caso de esclerosis múltiple en España. Más de mil personas padecen esta enfermedad crónica e incurable en Vizcaya y cerca de 4.000 en toda la comunidad autónoma. Pese a que de que cada cien mil habitantes sesenta sufren este mal neurológico, más frecuente entre los 20 y los 40 años y que afecta más a las mujeres que a los hombres, esta enfermedad sigue siendo una gran desconocida. Ayer se celebró el Día Internacional de la Esclerosis Múltiple y, para conmemorarlo, el centro Eugenia Epalza de Bilbao, el único que se dedica en Euskadi a la rehabilitación integral de los enfermos de este mal, abrió sus puertas al público.
A media mañana, los canapés y las copas de cava pasaban de mano en mano. Los enfermos charlaban sin que en muchos casos ningún signo exterior delatase la presencia de la enfermedad. A otros, las muletas o la silla de ruedas les hacía más reconocibles. La evolución de la enfermedad es variable. No es contagiosa, ni hereditaria, ni mortal. Lo cuenta Begoña Rueda, presidenta de este centro que abrió hace un año, quien saluda directa: 'Tengo la enfermedad desde hace 20 años'. Prefiere ocultar con coquetería su edad, aunque da una pista: 'Soy más joven que Lina Morgan'.
Rueda, como otros enfermos, busca romper la imagen del enfermo atado a una silla de ruedas y destaca que sólo un 20% se ve obligado a utilizarla. Pedro García Tellería, de 47 años, es uno de ellos. Sin embargo, pasa más tiempo en la calle que en su casa. Aguantó cuatro años el desarrollo de la enfermedad y sólo cuando le reconocieron la invalidez abandonó la carnicería donde trabajaba. 'Mi vida es el día de día. No pienso ni el pasado ni en el futuro', asegura.
Arrate Jáuregi es la psicóloga del centro y la que ayuda a quienes acuden en busca de información y apoyo . 'El primer impacto es muy duro y provoca miedo. Les ofrecemos terapia individual y en grupos, fisioterapia y rehabilitación, logopedia, talleres, yoga'. Begoña Alonso, de 39 años, es de las que se ha enfrentado al mal. Tiene días buenos, como el de ayer, y otros peores, de los que prefiere no hablar. Usa muleta porque necesita la otra mano para fumar.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 19 de diciembre de 2001