Hace pocos días, estando de visita en Madrid, tuve la inquietud de visitar el Museo de la Reina Sofía. Lamentablemente, al salir del mismo, y camino a la estación de ferrocarril de Atocha, otra turista colombiana y yo sufrimos un atraco, perdiendo tanto nuestros pasaportes como el dinero que llevábamos.
Llama la atención que, a pesar de que a pocos metros (50 o 60) del lugar del incidente se encuentra un puesto policial, no existiera ningún tipo de vigilancia por los alrededores. Cuando los afectados nos personamos en la comisaría y presentamos la denuncia por el robo, los miembros de la misma nos respondieron que siempre ocurrían atracos y que debíamos dar gracias que no hubiera sucedido algo más grave.
Me pregunto qué más grave nos podría suceder si el citado atraco ocurrió a plena luz del día, a las 16.45 del pasado día 10, con un grupo de personas observando que nos estaban robando, sin que nadie se molestara en avisar a esa comisaría.
Por otro lado, es incomprensible que nadie en el puesto policial se tomara la molestia de llevarnos a un centro médico para que nos hicieran un chequeo, pues ambos habíamos sido golpeados, ni se dignaran acompañarnos a donde cada uno de nosotros estaba hospedado, siendo esto una total falta de cortesía y solidaridad con el turista.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 23 de diciembre de 2001