La presente es para pedir perdón a los gobiernos (municipal, provincial, autónomo, estatal y europeo) por mis siguientes pecados:
- Utilizar mi automóvil cuando nieva, llueve, hace sol, niebla, y contribuir así a los problemas de tráfico.
- En no utilizar el metro, los autobuses, Renfe, ferrocarriles, etcétera, y no poder solidarizarme, como es debido, con los que están atrapados dentro o en las estaciones por la lluvia, nieve, niebla o cualquier condición imprevisible.
- Conectar mi nevera, lavadora, microondas, etcétera, a la red eléctrica, a sabiendas de que estoy colaborando en provocar escasez.
- Por estar enfermo y alargar la lista de los que esperan tratamiento.
- Por buscar guardias urbanos o municipales, mossos d'esquadra o guardias civiles, responsables de parques y jardines o de emergencias, en fin, funcionarios que ante una situación de emergencia se fueron a su casa un viernes por la tarde a disfrutar de su merecido descanso y a olvidar que como trabajadores tienen la obligación de asegurar ciertos servicios (uso la palabra trabajadores, porque, como funcionarios, ya sabemos que no están obligados a nada).
Para que el día que muera no cause distorsiones a ningún gobierno, he decidido donar mi cuerpo a un hospital para que hagan lo que quieran.
Pido mis excusas a las minorías que sí cumplieron.
Ya sé que no se me perdonarán mis pecados, porque no tengo intención de enmienda, pero un gesto siempre se agradecerá, ¿o no?-
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 23 de diciembre de 2001