El partido final fue malo, trabado, intenso, nervioso. El Racing de Avellaneda necesitó un gran esfuerzo físico, como toda la temporada, para mantener el empate con Vélez Sarsfield. Sufrió la Academia, pero al final lo consiguió: 35 años después de su último título, el equipo que desde su fundación, en 1903, viste los colores albicelestes de la selección argentina, ganó el Campeonato de Apertura.
La afición de Avellaneda, que llenó el estadio de Vélez, más de 50.000 plazas, donde se jugó el último partido, y también su propio estadio de Avellaneda, al sur de Buenos Aires, del otro del riachuelo, donde esperaban recibir por la tarde a sus héroes, los empujó hacia adelante en el momento más crítico, más necesario.
El Racing, al que le bastaba el empate para ganar la Liga, mandaba por 1-0, un gol marcado por el defensa Gabriel Loeschbor en el minuto 54. Faltaban 10 minutos. Fue entonces cuando el defensa Vitali intentó parar un balón con el pecho en su área. Fue un error que dejó el balón muerto para que Mariano Chirumbolo empatara para Vélez.
Faltaban 10 minutos y River Plate, el rival por el título, ya ganaba 5-1 a Rosario Central (terminó 6-1). No hubo más encuentros en la jornada. Otro gol más de Vélez acabaría con las ilusiones, añadiría un año más de frustraciones a los de Avellaneda. Y 35 años de historial de ansiedad y frustración son muchos. Ese gol no llegó.
Finalmente la hinchada pudo festejar. Forzó a su equipo, ebrio de alegría, a dar cinco vueltas olímpicas al campo. También lo invadió pacíficamente. Después todos salieron a celebrar, hacia su barrio, pacíficos y felices, controlados por un sistema de seguirdad muy efectivo. El sur de Buenos Aires fue una fiesta. También el Obelisco, en el centro, tradicional lugar de celebraciones de una ciudad dominada por la rivalidad River-Boca, que dejó un hueco a Racing, histórico que hasta 1966 había ganado seis títulos, una Libertadores y una Intercontinental, y después nada.
Ha sido el triunfo de un fútbol muy físico, muy táctico. De un equipo sin figuras, sin grandes nombres, sin ningún jugador destacado, sin delanteros conocidos. Ninguno de sus jugadores está entre los cinco primeros de la tabla de goleadores.
El título de Racing ha supuesto también la consagración de su entrenador, Reinaldo Merlo, conocido como Mostaza, ex jugador de River. Ha sido el primer título de un técnico que ha sabido armar un conjunto casi de la nada en un club que la pasada temporada a punto estuvo de desaparecer por deudas económicas.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 28 de diciembre de 2001