El próximo 31 de diciembre habrá quedado consumada la suspensión (que no supresión) del servicio militar obligatorio. Las Fuerzas Armadas contarán desde entonces con 48.000 mandos militares de carrera y con 76.000 (de los 102.000 previstos) militares de tropa y marinería profesionales o, por mejor decir, voluntarios, pero dentro de un año tendrán que abandonar las FAS, por imperativo legal y en contra de su voluntad, más de 4.000 cabos primeros (realmente profesionales) especializados en el mando, preparación y empleo de los soldados o en el mantenimiento, abastecimiento, reparación y empleo del material (armamento, helicópteros, automóviles, carros de combate, equipos de telecomunicaciones, etcétera) porque tienen más de 35 (y hasta 40) años de edad o llevan más de 12 (y hasta 20) años de servicios efectivos, a pesar de que se encuentran en perfectas condiciones profesionales, técnicas y psicofísicas para continuar su trabajo hasta la edad de reserva (56 a 61 años).
Como el Ejército no puede permitirse el lujo de prescindir de los mejores, desde la Federación de Asociaciones de Militares de España (FAME), formada por AMARTE, CIOFAS y ARFAGA, asociaciones que defienden los derechos económicos, sociales y profesionales de todos los militares pero que están formadas por españoles cuya primera obligación es la defensa de los intereses generales de la nación, hemos pedido a todos los grupos parlamentarios del Congreso de los Diputados que propicien la modificación de la Ley 17/1999 de manera que los citados cabos primeros puedan seguir dedicando su vida y sus conocimientos a lo que mejor saben hacer.
No olvidemos que los miembros de otras instituciones del Estado (Guardia Civil, policías, etcétera) siguen prestando servicios, incluso en primera fila, hasta la edad de reserva o retiro con plena eficacia, y que en las mismas FAS el personal laboral presta servicios en parques, talleres, almacenes, oficinas... hasta los 65 años-
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 29 de diciembre de 2001