Lo que voy a proponer sonará a barbaridad, pero si se reflexiona un poquitín, verán cómo no lo es tanto. Propongo que a cada ciudadano se le grabe una especie de código de barras en una parte de su cuerpo para que cuando salga de casa se crea más 'libre', es decir, que no tenga que revisar si lleva las llaves, el abono transporte, la tarjeta identificativa del trabajo, la tarjeta de crédito por si tiene que hacer alguna compra, etcétera.
Lo malo no es sólo tener en cuenta todo esto, sino tener que manipularlo al mismo tiempo que la cabeza está en otra cosa, como ocurre a menudo entre los ciudadanos de las grandes ciudades. Es entonces cuando uno le muestra al conductor del autobús la tarjeta identificativa de la oficina, al vigilante de ésta le enseña el bono-bus, o fichar la entrada al trabajo con la Visa.
Y no digamos cuando llevas las manos llenas de dedos -como suele ser habitual-, y en cada dedo, una bolsa y, además tienes que ser tan hábil como para introducir el billete de metro por el torno y volver a 'trincarlo', claro, que para eso están los dientes.
En fin, no sé..., si alguien tiene alguna otra idea, que la dé a conocer, pero, por favor, hagan algo para evitar este sin vivir de tener que demostrar que uno existe cada día desglosadamente. Unifiquemos, señores, unífiquémonos.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 2 de enero de 2002