Un estudio aún no finalizado elaborado por la Universidad de Vic indica que el 67% de los adolescentes de esa ciudad que tienen entre 12 y 16 años no irían a un local en el que pudieran encontrarse con inmigrantes magrebíes y el 62% no acudiría al cine con un joven magrebí. Si el estudio no anda errado, parece evidente que combatir el huevo de esta abyecta serpiente es, sin duda, una de las prioridades básicas de las instituciones educativas y culturales del país y de las diversas asociaciones ciudadanas, amén de grupos juveniles, sindicatos y organizaciones políticas. Por ejemplo, no sería una barbaridad pensar en impartir lengua y literatura árabes en centros de secundaria como materia optativa o bien (¿por qué no?) honrarnos en pensar en Edward Said como galardonado con el próximo premio de la Generalitat. Por otra parte, es evidente que las no demasiado lejanas declaraciones de algunas personalidades deben ayudarnos a evitar que la sombra del horror se alargue más, ya que otro mundo no sólo es posible, sino urgente y necesario.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 3 de enero de 2002