Selecciona Edición
Selecciona Edición
Tamaño letra
EXPERIENCIAS

Un bar tecnológico de Nueva York revoluciona el ligue

Los clientes manejan las 70 cámaras de Remote Lounge para exhibirse y contactar con los demás. Las imágenes van a parar a un álbum en Internet

Madrugada del sábado. Entre la Segunda y Tercera Avenida de Nueva York, un bar de copas de alta tecnología atrae cada noche a centenares de jóvenes ávidos de nuevas diversiones. Remote Lounge no es un cibercafé, tampoco un karaoke. Nada de tarifa plana, chats, ni navegación por Internet, sólo mucho flirteo por vídeo en blanco y negro y teléfono. El sueño de voyeurs y exhibicionistas.

En Remote Lounge, una antigua tienda de suministros eléctricos, hay 100 monitores y 70 consolas de diseño retro y una sala para actuaciones de pinchavídeos y artistas digitales. 'Es un bar de relaciones', explica Kevin Centanni, uno de los fundadores del local inaugurado el pasado 9 de octubre. La tecnología como rompehielos.

Cada videoconsola cuenta con una cámara en miniatura que gira a voluntad de los clientes, con botones para cambiar de canales, un joystick y un teléfono. Nada de teclado ni ratón. Los derechos de imagen quedan aparcados a la entrada. Un cartel lo advierte. 'Esperamos extender la experiencia a otras ciudades norteamericanas y del extranjero', asegura Centanni.

Frank, un estudiante de 25 años, ha venido por vez primera con su colega John. Copa en mano ante una consola, van seleccionando canales de vídeo. '¡Vaya, esa chica está bien, mira qué escote!', grita Frank a su amigo. La llaman por el teléfono interno y entablan conversación. Pero hoy no es su día de suerte, les dice: 'He venido con pareja'. Se consuelan: al menos podrán buscar su imagen en el álbum accesible por Internet. En una noche animada se almacenan hasta 2.000 instantáneas.

En Estados Unidos hay otras iniciativas parecidas, como theBARSPIES en Greenville, con videocámaras que ayudan a conocer lo que se cuece en el bar antes de salir de casa.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 2 de enero de 2002