Abundan en este montaje, sin pretensiones en apariencia, aspectos de interés: un desenfado notable y cierta mala leche irreverente, que también puede dirigirse hacia el público, que ya no abunda en nuestros pulcros escenarios. Cuatro peligrosos convictos son recluidos en una especie de corredor de la muerte, y a partir de ahí, valiéndose de gestos, movimientos, onomatopeyas y algunos objetos muy seleccionados, se monta una trifulca a veces muy próxima a la de dios es cristo. Una abundante escatología, casi siempre de origen sexual, va haciendo de las suyas a lo largo de hora y media hasta desembocar en un final priápico, aunque no sea ese atrevimiento de colegial lo más destacado.
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Por Yllana Teatre. Intérpretes: F. Fernández, R. Cano, J. O'Curneen, A. de la Fuente. Iluminación: J. F. Ramos. Vestuario: T. Rodrigo. Escenografía: Ramos y Molas. Coreografía: G. Cabrera. Dirección: D. Ottone. Teatro Rialto. Valencia.
Se dejan ver las fuentes donde bebe este trabajo, pero tiene más interés destacar su frescura, el desparpajo de unas actuaciones que en muchos momentos brillan a gran altura, y una voluntad casi siempre conseguida de argumentar la sucesión de ocurrencias. En hora y media de teatro de situaciones sin texto y sin más voz que la imitada con sonidos guturales es difícil mantener un nivel alto, pero la media es buena, en un trabajo divertido y con una docena de gags elaborados. Habrá que ver lo próximo de Yllana.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 3 de enero de 2002