'Me duele ver a mi país de rodillas. La verdad es que vivo esta situación con mucha tristeza'. Estas palabras de Hernán Crespo, el delantero del Lazio, reflejan con exactitud lo que sienten los futbolistas argentinos de la diáspora sobre la grave situación de su país. Ricos y ganándose la vida en el extranjero, no dejan de pensar en sus familias que sí están en Argentina.
'Mis padres y mi hermana viven en Argentina y por suerte están bien', continuó Crespo, 'pero vi sufrir a mis tíos, primos, muchos amigos. El tema es que falta trabajo, que es lo que da dignidad y esperanza; cuando se pierde, se pierde también todo lo demás', señaló. Y añadió: 'El pueblo reclamó y se hizo sentir de modo civilizado con el cacerolazo. No fue casual que en las últimas semanas hubiera tantos cambios en el gobierno. Esto deja como mensaje que no nos queda más tiempo. Llegó el momento de hacer las cosas bien'.
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Batistuta, el también delantero del Roma, se mostró en términos parecidos: 'El pueblo ya no tolera más ser tomado a la ligera y el hecho de que la nación haya reaccionado es una buena señal, porque no permitirá que se vuelvan a cometer errores del pasado y los mismos tiburones se perpetúen en el poder'. Y matizó: 'Tal vez esperamos demasiado para reaccionar. Los que tenían para comer no se hacían demasiado problema, pero ahora la situación empeoró y nos afecta a todos. Es que los políticos en los últimos años arruinaron un país rico'.
El lateral Juan Pablo Sorín, que juega en el Cruzeiro de Belo Horizonte brasileño, añadió un toque futbolístico: 'Nos veremos mucho más obligados a ganar el Mundial. En medio de tantas decepciones tendrá que aparecer la selección para darle una alegría al pueblo, que se cansó de las burlas y que va a derrumbar a todos los políticos que no sean serios. No creo en la violencia, pero apoyo las protestas pacíficas porque el pueblo está pasando hambre'.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 9 de enero de 2002