En todo tiempo, pero de una forma especialmente intensa en estas fiestas navideñas, muchos de nuestros adolescentes y jovencitos se entretienen martirizándonos con los estallidos de petardos, cada vez más ruidosos. Y ello a pesar de que, en teoría, la venta de tales artilugios está prohibida. Digo en teoría porque la molesta diversión prolifera más y más, al amparo de nuestras autoridades, que dictan las medidas de orden y luego no velan por que éstas se cumplan.
Prueba de ello es, por ejemplo, el local dedicado a la venta de petardos existente en la zona industrial de Paracuellos, en la carretera de este pueblo a Belvis de Jarama, que, con gran despliegue de publicidad, anuncia y vende sus fastidiosos -y peligrosos- artefactos, y además este año se permite el lujo de celebrar su primer aniversario. Luego presumirán los alcaldes, presidentes de juntas de distrito y demás mandamases de que hacen tanto y cuanto por evitar el ruido.
Mi felicitación al Ayuntamiento por la 'rápida y eficaz' limpieza de las aceras en los barrios periféricos después de la reciente nevada. Como las temperaturas sigan siendo bajas, vamos a seguir patinando sobre hielo hasta junio.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 7 de enero de 2002