Es tiempo de cross, tiempo de africanos veloces, intercambiables e inalcanzables. También es hora de clásicos, como la carrera de la Gimnástica de Ulía, prueba venida a menos por falta de presupuesto y, por tanto, de atletas atractivos. Ayer participaron en ella africanos sin pedigrí, pero africanos a fin de cuentas: corrieron sólos y decidieron entre sí quién se llevaba el premio. Le tocó al keniano Philip Kandie.
El pelotón ilustre se citó en Amorebieta para certificar la excelente salud del Cross Zornotza, seguido in situ por 4.000 aficionados. El debate entre africanos quedó en un monólogo keniano por culpa de la federación etiope, que negó el viaje a sus mejores atletas y propició un doble podio, en ambas categorías, de sus vecinos. Benjamin Limo -tercero en el mundial de cross corto hace un año- y Daniel Gachara -habitual del 5.000 y del invierno en Euskadi- partían como favoritos, y así corrieron, sin podespegarse de su inexperto compatriota Julius Nyamu, especialista del 3.000 obstáculos y sin referencias en el barro. Los tres abrieron enseguida el habitual espacio que separa dos categorías: África, y el resto del mundo, en este caso representado por portugueses, ingleses o por Fabián Roncero, la esperanza española del maratón. Estos últimos corrieron, como casi siempre, otra carrera. Nyamu, que debutaba en un cross en Europa, se distanció espectacularmente de sus compañeros de viaje para regalar al público la enésima exhibición de la solvencia keniana. Hoy en día sólo el subcampeón mundial ucranio Sergey Lebed pinta algo en medio de la dictadura africana.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 7 de enero de 2002