He seguido con atención la polémica del Fossar de les Moreres. Vivo cerca de él y casi cada día paso por delante. El 23 de diciembre leí el artículo de Carme Fiol en el que defendía la antigua plaza que proyectó ella misma y en el que dice que 'los vecinos pierden un lugar de encuentro donde las actividades habituales, pasear, ir en bicicleta, jugar a la pelota, quedan negadas'. Es obvio que Fiol no se pasea nunca por allí porque, de lo contrario, sabría que desde el principio se ha prohibido jugar a pelota, no se puede ir en bicicleta por el tipo de pavimento escogido y no se puede pasear porque tienes problemas para mantenerte en pie. Es por este motivo que estoy a favor del pebetero. Antes, la plaza ni recordaba nada ni servía para nadie. Ahora no sirve para nadie, pero al menos recuerda algo.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 11 de enero de 2002