Decía Bertolt Brecht que había muchas maneras de matar: 'Se puede clavar a alguien un puñal en la barriga, quitarle el pan, no curarlo de una enfermedad, recluirlo en un tugurio, hacerlo trabajar hasta que reviente, empujarlo al suicidio, llevarlo a la guerra, etc. Sólo unas pocas están prohibidas por nuestro Estado'. De la misma forma que hay muchas maneras de matar, hay muchas maneras de intentar ahogar la discrepancia. El asesinato, la cárcel y la tortura son las más evidentes, pero existen otras más sutiles en esta supuesta democracia nuestra. El castigo económico es una de ellas. Desde la Red Ciudadana por la Abolición de la Deuda Externa (RCADE) debemos pagar, con la entrada del año, una multa por realizar una acción en la Bolsa de Bilbao reclamando la transformación radical del actual mundo.
Sabemos que no somos los únicos ni el primer grupo al que se le castiga por sus acciones noviolentas y solidarias. También sabemos que la Unión Europea, con su euro-orden, pretende seguir criminalizando todo ejemplo contestatario. Pero lo que deben saber esas gentes del mal gobierno es que no podrán evitar que sigamos reclamando la rebeldía, que sigamos pensando, que sigamos haciendo acciones de protesta y propuesta. Sus ansias por 'matarnos con la cartera' se encuentra de lleno con las nuestras de 'vivir con los corazones. Guretzat ezer ez, denontzat dena.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 11 de enero de 2002