M. R., preso que cumplía condena en régimen de segundo grado por asesinar hace años a un taxista, abandonó el jueves pasado la prisión de Navalcarnero por la puerta principal, a pesar de que no contaba con el permiso de los responsables penitenciarios.
Hasta entonces era un preso de confianza que tenía encomendadas labores de jardinería en la prisión. Debido a su trabajo, el detenido salía del recinto sin ningún problema. Los vigilantes estaban acostumbrados a sus idas y venidas, por lo que no sospecharon que preparaba su fuga y que aprovecharía la confianza ganada para salir de la prisión y no volver.
Su buen comportamiento le había permitido disfrutar de varios permisos penitenciarios y siempre había regresado.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 13 de enero de 2002