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COLUMNA

Mérito azulgrana

A punto de terminar la primera vuelta, el partido del sábado en Málaga entre los dos primeros ha vuelto a colocar al Barça con un par de cuerpos (victorias) de ventaja con respecto al sempiterno trío de aspirantes. O sea, que una año después y a la espera de acontecimientos de mayor enjundia, estamos como siempre. Teniendo en cuenta que en el camino al Barça no le quedó otro remedio que ver partir a Gasol, la cosa tiene mérito.

Viviendo y soportando todo lo que provoca la aventura americana de Gasol, el Barça transita con firmeza como si nada hubiese ocurrido. Sin ese punto excitante que daba la presencia de Pau, su estilo sigue siendo inclemente, despiadado y tan falto de calor como sobrado de contundencia. Sus virtudes son las de siempre (mucho material humano, extrema dureza defensiva, no-dependencia de ninguno de sus hombres) y sus señas de identidad no se han visto alteradas. Sin duda habrá ayudado que lo de Gasol haya sido tan meteórico como para no cambiar una tendencia, un estilo made in Aito tan consistente y establecido durante años como para sobrevivir a una explosión deportiva y mediática tan importante.

Aun así, no es fácil abstraerse a esta situación. Un día sí y otro también desayunamos con las hazañas del ex barcelonista, nos sorprendemos con su capacidad competitiva y soñamos con unos límites que nadie a estas alturas es capaz de valorar sin correr el riesgo de equivocarse. Lo quiera o no, el Barça debe convivir con ello, con que le pregunten tanto por lo que hace como por lo que desarrolla su antiguo diamante, con observar que sus logros quedan en ocasiones tapados y disminuidos por los que alcanza Gasol al otro lado del Atlántico. No sería descabellado pensar en efectos negativos sobre su concentración, su autoestima y su rendimiento, pero cinco meses despues, el Barça 2002 parece una fotocopia del de 2001. Llega, planta su arsenal, aguanta con paciencia las tarascadas y sigue dando con su martillo hasta que el contrario baja momentáneamente los brazos y antes de darse cuenta le han colocado en un callejón sin salida. Ocurrió en Málaga como muchas otras veces antes. Puede que no sea la forma más espectacular de ganar, puede que su juego no enamore, pero no admite debate que sea una buena forma de hacerlo. Con Gasol y sin él, le sigue sirviendo para seguir ganando.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 14 de enero de 2002