Sigo y seguiré comprando diariamente EL PAÍS, pero no porque sea el mejor, sino sencillamente porque es el menos malo de los diarios españoles.
Me remito simplemente a la manera de informar sobre el contenido del suplemento Babelia del sábado 29 de diciembre en EL PAÍS del viernes 28, en la seguridad de que no se trata de una inocentada: después de enumerar una relación de algunos de los mejores libros aparecidos en 2001 y seleccionados por la crítica (entre los que figura Nabokov al lado de Manuel Longares, entre otros, lo que da idea de con qué acertados criterios se mide la buena literatura, de hoy y de siempre), no puede ser más descorazonador el tratamiento que recibe la música: 'En música está lo mejor del jazz, pop-rock, flamenco y otros ritmos'.
No sé si la ópera o la música sinfónica quedan englobadas en ese curioso genérico de 'otros ritmos' que tan poco dice del caletre intelectual del autor de la reseña informativa, o es que en su mentalidad de hit-parade toda la música no comercial dirigida a un gran espectro de consumidores directamente no existe, pero, por si acaso, es así deseo dejar constancia de mi más enérgica protesta, como profesional, primero, y como lector de EL PAÍS, del trato indignantemente vejatorio con que en sus páginas son tratadas las músicas tan despectivamente calificadas como 'otros ritmos'.
Jamás entenderé por qué ustedes se conforman con ser el rey en EL PAÍS de los ciegos.-
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 18 de enero de 2002