La última pregunta de la entrevista publicada por EL PAÍS el domingo 13 de enero con el lehendakari Ibarretxe le pedía que se pronunciara sobre la posibilidad de completar las listas electorales de sus rivales políticos en aquellos lugares en que el asesinato o las amenazas les impidieran encontrar candidatos. No hubo respuesta. Solamente circunloquios.
Examine su conciencia el lehendakari. Y decida si su ética le permite beneficiarse (pudiendo no hacerlo) del asesinato y el miedo que sufren sus rivales políticos.
Decida también si es ético luchar por cualquier ideal político legítimo sabiendo que a los que no estén de acuerdo con ese ideal, y así lo digan públicamente, van a ponerlos en la lista para sufrir el miedo de ser, ellos o sus familias, asesinados.
Pregúntese si es ético reclamar derechos políticos cuando no es capaz de garantizar a todos sus ciudadanos el primer derecho. El de no ser asesinado simplemente por sus ideas.
Y hágase esas preguntas en el fondo de su alma. Allí podrá contestarlas sin circunloquios.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 22 de enero de 2002