Quiero, desde aquí, hacer un llamamiento y..., sí, también, un refrescar de memoria. Durante la guerra y posguerra, muchos españoles emigraron a Argentina, unos huyendo de la guerra o la posguerra, otros por sus ideales políticos y otros buscando nuevos horizontes. Sufrieron el estar fuera de su país y de sus seres queridos a 14.000 kilómetros de distancia, preocupados por la situación en nuestro país. Hicieron lo posible y lo imposible para que España no pasara hambre, estaban detrás para que llegara la carne, los cereales, etc.; aunque las medallas se las pusieran otros, no les importaba.
Durante la dictadura militar argentina perdieron a sus hijos y nietos, pues eran los que desde niños tenían ideales políticos, sabían cómo conducir el país; ahora tendrían entre 35 y 45 años y Argentina sería muy diferente.
Ahora padecen el sufrimiento de la situación argentina: no cobran sus pensiones, no tienen medicinas (insulina, diálisis, oncología, quirúrgica, etc.) y, para más inri, sus hijos y nietos hacen colas en el Consulado español para volver a nuestro país; otra vez verse separados de sus seres queridos porque..., ellos, con 60, 70, 80 años, qué van a hacer en España, sin casa, sin nadie que los cobije, sin un gobierno que les tienda la mano.
Me gustaría que nuestros mandatarios recapacitaran y pensaran, verdaderamente y sin tonterías, en nuestros compatriotas en Argentina, los que se quedan allí y los que se vienen, ¡¡¡son españoles!!!
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 25 de enero de 2002