Sus ganas de influir en la crisis del PSE les ha llevado demasiado lejos en su editorial del pasado día 17. Muchas personas de izquierdas fuimos a la huelga general no para ejercer ninguna pinza, sino para protestar contra una política laboral que era cada vez más insensible con los intereses de los trabajadores y un estilo de hacer política alérgico a la rectificación en la que ya había sobrados indicios de lo que vendría poco después: sonados casos de corrupción que lamentablemente han inmunizado a la opinión pública para indignarse por los que ocurren ahora. ¿O no lo recuerdan? Finalmente, vino la pérdida del voto urbano progresista y el triunfo de la derecha más o menos de siempre.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 25 de enero de 2002