A través de esta carta quiero expresar mi disconformidad con el papel asignado a las mujeres y niñas en los dibujos animados infantiles de origen japonés.
En dichos dibujos las niñas mantienen unos estereotipos anclados en el pasado: sólo juegan con muñecas y saltan a la cuerda, son demasiado finas y delicadas para meterse en problemas, son las que tienen más miedo y las que más lloran.
Sus madres son gritonas y ejercen la violencia física con sus hijos; ninguna de ellas trabaja fuera de casa y por lo tanto no aporta dinero al hogar. Siempre se ve a las mujeres y a las niñas cocinando mientras sus padres leen el periódico o descansan y sus hermanos juegan.
Señores de televisión, me gustaría que se planteasen si éste es el modelo de familia y sociedad que hemos de continuar dando a las nuevas generaciones.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 27 de enero de 2002