Y molaba cantidad, y le saludaba la realeza y me lo entierran cuatro ministros. Y, en cambio, al tuyo, ni me lo miro al soslayo, que era insolente y sardónico, y no me lucía la España que yo quiero. Nada de realezas, nada de ministros, nada de cultura, así de chiquitita y con minúsculas.
¡Pero que asco, señor, que asco! ¿Es que no da vergüenza jugar con estas cosas?-
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 28 de enero de 2002