El Camp Nou reventó ayer con estruendo después de un largo tiempo de contención. Osasuna rajó a un Barcelona que había salido malparado de Vallecas y el estadio se convirtió en un tendedero de muy mal gusto.
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Daba tanta vergüenza mirar a la grada, poblada de referentes a la presunta farra de Madrid, como grima despertaba el equipo, víctima de una gran confusión futbolística, falto de referentes, descabezado. Nada bueno que contar tampoco desde el banquillo, donde Rexach dijo lo de siempre: 'Si quieren, me voy', como si entrenar al Barça fuera cualquier cosa, sin reparar siquiera en que fue el propio Charly el que diseñó la plantilla en calidad de director técnico. Y mejor no preguntar al palco, donde a Gaspart se le pone esa cara de derrota que parece eximirle de tener que tomar decisiones.
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Puesto que ya es sabido que el equipo aguanta al club, la directiva le dio credibilidad a la versión de los jugadores sobre lo sucedido en el Hotel Hesperia, y se encomendó a un resultado que se adivinaba benigno como ningún otro. Ocurrió, sin embargo, que la carga ambiental del partido pesó más que el juego del Barça, y el punto de mira de la crisis se giró hacia el palco. Y la junta habla y no para, como si los que mandan fueran lo mismo que los mandados, incapaces de dar contenido a una acción de gobierno.
La sintomatología que presenta la entidad es propia de una crisis institucional. El Barcelona vuelve a ser un club acomplejado, falto de grandeza y, sobre todo, huérfano del colchón sentimental que le permitió superar las peores épocas deportivas. La pelota, consecuentemente, ha pasado a pies de los directivos, quienes en lugar de revisar el ideario barcelonista prefieren mirar al Madrid. Y el resultado de Chamartín alivió ayer el dolor culé. El Madrid no pudo con el Betis, que le complicó la vida más de lo esperado. El líder exhibió algunos de sus vicios de principio de temporada y el equipo de Juande Ramos resultó un hueso duro, capaz de arrinconar al Madrid en su área en el tramo final del encuentro. Un penalti fallado por Amato y un gol anulado a Solari, precedieron al gol final de Juanito.
El tropiezo del Madrid deja más viva la Liga, tras el empate del Depor en San Mamés y las victorias del Celta y el Valencia. Equipos que, junto al Betis, el Alavés, el Sevilla y el Athletic superan al Barça. Los azulgrana son novenos -su peor posición a estas alturas del torneo en los últimos 22 años-.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 28 de enero de 2002