Los dos vigilantes de Metro que no ayudaron al joven Javier Echevarría cuando éste yacía al borde de la muerte alegan lo que cualquier persona en su lugar habría alegado, esto es, que 'obedecían órdenes'.
Es preocupante constatar cómo esta 'ética de la obediencia', de la que también hicieron uso los jefes nazis juzgados en Núremberg, está vigente en nuestra sociedad. Parecen más importantes el deber y la disciplina que dictados morales universales como ayudar al prójimo.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 28 de enero de 2002