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El Papa pide a abogados y jueces beligerancia contra el divorcio

El divorcio, legalizado en la mayor parte de los países occidentales, sigue siendo una espina clavada en el costado de la Iglesia católica. Y el Papa no se cansa de lamentarse por ello pese a que, como él mismo reconoció ayer, "podría parecer que el divorcio esté hasta tal punto enraizado en ciertos ambientes sociales, que casi no valga la pena seguir combatiéndolo". Karol Wojtyla no se da por vencido y ayer hizo un llamamiento a los abogados y jueces para que practiquen una especie de "objeción de conciencia" contra el divorcio al que el Papa englobó dentro de las "finalidades contrarias a la justicia", en el discurso anual pronunciado ante los abogados y jueces del Tribunal de la Rota. El alto tribunal vaticano que decide en casos de nulidad matrimonial, entre otras cosas.

El divorcio, dijo Wojtyla, es "una plaga" de la sociedad civil, y sus efectos son "devastadores". Juan Pablo II lanzó un alegato durísimo contra quienes no reconocen, incluso desde un punto de vista legislativo, la indisolubilidad del matrimonio.

"El valor del matrimonio", dijo Wojtyla, "no puede ser considerado objeto de una mera elección privada, porque afecta a uno de los fundamentos de la sociedad en su conjunto". El no considerar indisoluble el matrimonio, añadió el Papa, "tiene consecuencias devastadoras que se propagan en el campo social como una plaga e influyen negativamente sobre las nuevas generaciones porque oscurece la belleza del verdadero matrimonio".

Dentro de esta batalla, Juan Pablo II considera que abogados y jueces tienen un papel esencial. Su misión específica es negarse a cooperar en este tipo de causas, aun admitiendo que los jueces no pueden practicar esta especie de objeción de conciencia, porque están obligados a dictar sentencias. En todo caso, les insta a favorecer las reconciliaciones entre las parejas desavenidas. Los abogados, sin embargo, no se encuentran ante la misma dificultad y a ellos debe exigírseles, según el Papa, que declinen "el uso de su profesión para una finalidad contraria a la justicia, como es el divorcio".

* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 29 de enero de 2002