El ucranio Ruslan Ponomáriov, de 18 años, campeón del mundo de la Federación Internacional (FIDE), ha manifestado por fax que no jugará el torneo de Linares, del 22 de febrero al 10 de marzo, a pesar de que se comprometió, también por fax, el 24 de diciembre. Los organizadores le han dado 48 horas para que rectifique y preparan una demanda judicial por un millón de dólares (1,1 millones de euros). Gari Kaspárov, número uno del escalafón, cuestiona el valor del título de Ponomáriov.
El nuevo campeón, que derrotó la semana pasada en la final de Moscú a su compatriota Vasili Ivanchuk por 4,5-2,5, argumenta que debe inaugurar una escuela de ajedrez que lleva su nombre en Kramatorsk, su ciudad natal, en la última semana de febrero. La excusa es muy débil, dada la impresionante nómina del torneo, que será una liga a doble vuelta: Kaspárov, Ivanchuk, el indio Viswanathan Anand (3º del mundo y campeón en 2000), el británico Michael Adams (4º) y los españoles Alexéi Shírov (subcampeón en 2000) y Francisco Vallejo (campeón sub 18 en 2000).
En un artículo publicado el sábado en sus páginas de Internet, Kaspárov asegura que Ponomáriov ganó el Mundial porque se jugó con el nuevo ritmo (más rápido que el clásico), y que un rival con nervios más fuertes que los de Ivanchuk le hubiera vencido. Kaspárov, enfrentado con la FIDE, insinúa que Ponomáriov no se atreverá a jugar en Linares.
Una fuente próxima a Ponomáriov aseguró a este diario que el jugador desea competir en Linares, pero se siente muy presionado por sus familiares, quienes consideran que el nuevo campeón aún no está maduro para el Wimbledon del ajedrez. La expresión "jaula de leones hambrientos", acuñada hace mucho tiempo por el creador del torneo, Luis Rentero, define bien el alto nivel de combatividad que casi siempre suele verse en la ciudad jiennense. El temor expresado en el entorno de Ponomáriov tiene su razón de ser, pero el compromiso firmado dificulta mucho su situación. Pillado entre dos fuegos, el flamante campeón tiene que decidir ya si se atreve a retar a las fieras.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 30 de enero de 2002