Si el trayecto del Deportivo hasta la final de Copa no ha sido un camino de rosas, la verdad es que se la ha parecido mucho. El conjunto gallego se plantará en el Bernabéu en busca de su segundo título sin haberse enfrentado a ningún equipo de Primera ni de Segunda División. Sus cuatro rivales han sido clubes de Segunda B: el Marino de Luanco, la Cultural Leonesa, el Hospitalet y el Figueres. Más facilidades aún: el Deportivo pudo ahorrarse la eliminatoria de cuartos de final ante el Hospitalet tras negarse a jugar en el campo de hierba artificial del club catalán y que éste desobedeciese la orden federativa para cambiar de escenario.
Pero como las rosas tienen espinas, a la parte final del camino no le faltó su cuota de sufrimiento. No había más que ver el gesto nervioso y crispado de Javier Irureta, quien no se estuvo quieto en el banquillo hasta el pitido final. Ya no era sólo el partido en sí, sino contemplar, una vez más, que el fútbol del Deportivo está bajo mínimos desde que comenzó el año. Lo admitió tácitamente, al final del partido, un Irureta que no da con el modo de cambiarle la cara al equipo. "Últimamente lo estoy pasando mal", confesó el técnico. "No disfruto todo lo que me gustaría". El presidente, Augusto César Lendoiro, admitió el mal trago del penalti y el empate final del Figueres: "Acabamos pasándolas canutas".
En lo que nadie coincidió fue en sus preferencias sobre el adversario para la final. A Irureta el corazón le pide el Athletic, pero la razón le aconseja el Madrid por mucho que la final se dispute en el Bernabéu. "El partido llegará en medio de un calendario muy apretado, otra vez con la Liga de Campeones en juego. Y prefiero un rival en nuestras mismas condiciones". Lendoiro y algunos jugadores se declararon indiferentes.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 31 de enero de 2002