Un gol en propia meta, un penalti fallado, dos expulsados... De todo hubo ayer en Vallecas. Ganó el Rayo porque es un prodigio a balón parado, lo que sabe todo el mundo que no juegue en el Sevilla. Y eso que recuperó la costumbre de sufrir un gol en lo que Manzano llama "el minuto de silencio", cuando su zaga intentó tirar el fuera de juego y lo que tiró fue una memez, para goce de Reyes. Así se inició un choque lleno de accidentes. Tuvo un penalti el Rayo (m. 17) que Peragón falló antes de que Juanmi rematara un córner, lo que no tendría mayor trascendencia si no fuera porque lo hizo hacia su propia portería. Sin solución de continuidad, Bolic mandó dentro una falta en la que la barrera se colocó delante no se sabe bien para qué.
RAYO VALLECANO 2| SEVILLA 1
Rayo: Etxeberria; Ferrón (Corino, m. 80), De Quintana, Mainz, Graff (Alcázar, m. 88); P. Sanz, Quevedo; Peragón, Baljic, Arteaga; y Bolic (Glaucio, m. 76). Sevilla: Notario; Juanmi, Javi Navarro, Alfaro, David; Gallardo (Njegus, m. 46), Casquero, Francisco (Toedtli, m. 77), Luis Gil (Fredi, m. 46); Reyes y Moisés. Goles: 0-1. M. 3. Reyes, tras una escapada. 1-1. M. 25. Juanmi, en propia puerta. 2-1. M. 34. Bolic, de falta directa. Árbitro: Pérez Pérez. Expulsó con tarjeta roja a Fredi (m. 56) y dos amarillas a Baljic (m. 60). Amonestó a Francisco, De Quintana y los técnicos, Manzano y Caparrós. Unos 10.000 espectadores en Vallecas.
El Rayo había reaccionado de modo fulminante ante la permisividad de una defensa, la del Sevilla, dirigida por Pablo Alfaro, un futbolista dañino para la vista del espectador y las piernas de los rivales. Enfrente tuvo a un rival iluminado como Bolic y a otro, Baljic, que parece estar en el césped porque no tiene otra cosa que hacer y que acabó expulsado por simular una caída. Con una tarjeta amarilla, que era la segunda, resolvió el árbitro el asunto, el mismo color que usó para castigar a De Quintana por patear la cara a Reyes. Al rato, alguien lanzó un grifo al césped, surrealista epílogo de un partido que fue un puro disparate.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 3 de febrero de 2002