Un ordenador, unos millones y que las acciones se muevan -hacia arriba o hacia abajo- es lo único que necesitan los day traders, inversores que viven la Bolsa a plazo de un día. Con sus compraventas están cambiando la operativa del mercado, y con sus comisiones están engordando las arcas de los intermediarios. Son los nuevos jornaleros de la Bolsa.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 3 de febrero de 2002