El secretario general del PSOE, José Luis Rodríguez Zapatero, proclamó ayer su 'fortaleza anímica', el orgullo de ser el número uno del partido y un apoyo de la organización 'como no lo ha tenido en años ninguna otra dirección' de su partido. Zapatero citó esos elementos como aval del ánimo de victoria con que acudirá a las próximas elecciones. Y cuando venza, agregó, efectuará un cambio profundo en el reparto del poder económico' en España, dado que Aznar ha favorecido 'a sus amigos' en las privatizaciones de empresas.
El líder socialista culminó ayer en Magaz de Pisuerga (Palencia) una semana muy intensa en la que se ha visto en la necesidad de mostrar ante su partido que tiene ganas, y brio, para llevar a la victoria a los socialistas y conquistar la presidencia del Gobierno. Cuarenta y ocho horas antes, en la reunión del Comité Federal, también intentó convencer a sus compañeros de que carece de fundamento el incipiente desánimo instalado dentro del propio partido, un tanto apabullado por la imagen de fortaleza y unidad del PP.
El ex presidente del Gobierno Felipe González había aportado el día anterior, en el mismo escenario palentino, su grano de arena al pedir a los socialistas que no se dejen atrapar "por las trampas" del PP. En resumen, les instó a que sean más impermeables "a la progaganda" que les sitúa, y en particular a Rodríguez Zapatero, en una posición de debilidad.
Zapatero agradeció ayer a González sus palabras y su apoyo, pero enseguida precisó que siente el respaldo de todo el partido. "Ese apoyo me da una fuerza moral enorme, que me hace llevar adelante una tarea más apasionante que la que hicieron nuestros compañeros a partir de 1982", explicó. Pero también fue consciente de que los intentos del PP de erosionar su proyecto son reales y constantes. "El adversario no descansa, y eso lo tienen que saber los compañeros y los votantes", alertó.
En un discurso de algo más de una hora, precedido de una comparecencia ante los medios de comunicación, Zapatero puso el broche a estas jornadas de debate en el PSOE, por las que han pasado relevantes políticos socialistas, con responsabilidades municipales, autonómicas o europeas. Los anfitriones, Heliodoro Gallego, alcalde de Palencia, y el secretario general de los socialistas castellano-leoneses, Ángel Villalba, agradecieron su asistencia y participación al presidente aragonés, Marcelino Iglesias; a los miembros de la Ejecutiva Federal Trinidad Jiménez, Jordi Sevilla y Jesús Caldera, así como la organización y el apoyo, también económico, de la presidenta de los eurodiputados socialistas españoles, Rosa Díez. Ésta y Zapatero, rivales hace año y medio en la pugna por la secretaría general del PSOE, se dispensaron ayer un efusivo saludo, que suponía un signo más de que los socialistas quieren mostrarse unidos. El líder socialista levantó fuertes aplausos al señalar que en el partido "sobra fuerza para ganar, porque hay ideas, proyecto, corazón y ética", características que Zapatero instó a transmitir a la sociedad.
Esas cualidades las contrastó con la trayectoria pasada y presente del PP. Aunque el líder socialista aseguró que su estilo de oposición va a ser el mismo, en cuanto al diálogo y al "compromiso" con los problemas de los ciudadanos y, por tanto, pactará cuanto crea conveniente, lanzó varias andanadas contra el Ejecutivo con argumentos que hasta ahora no había empleado. Zapatero reconoció que ha habido en estos años de Gobierno del PP un crecimiento económico muy notable, pero precisó que no ha repercutido en cuestiones esenciales y, sobre todo, no lo ha notado la mayoría de la población.
Especialmente rotunda sonó su afirmación de que cuando llegue al Gobierno abordará cambios profundos, "pero sobre todo el reparto del poder económico". Se refería Zapatero a las consecuencias de que las empresas privatizadas hayan ido a parar "a las manos de los amigos de Aznar". El crecimiento económico, argumentó, "no ha traído más empleo fijo, más y mejores servicios sociales, más investigación, más democracia".
De manera vehemente, Zapatero criticó la actitud "pasiva" del Gobierno con respecto a la necesidad "de los compatriotas" que viven en Argentina, y le pidió que, como presidente de la Unión Europea, ponga en marcha un plan de movilización de ayuda urgente a los argentinos.
Un patriotismo no sectario
De las críticas a la gestión de la economía por parte del Gobierno, Zapatero pasó al 'patriotismo constitucional', del que había hablado en Magaz de Pisuerga hace un año y que ahora figura, aunque con otro desarrollo, en los estatutos del Partido Popular. 'El patriotismo constitucional no debe estar en ningún programa, porque ese es el camino de la separación; hay que impedir que el PP siga en esa dirección, apropiándose de una idea, de la suya, de qué es ser patriota'. Las consecuencias de esa actitud, según Rodríguez Zapatero, 'llevan a la división entre españoles'. Y refiriéndose a los dirigentes del PP, añadió: 'Han llegado los últimos a la Constitución; bienvenidos, pero que se pongan a la cola y no se apropien de lo que no es de ellos sino de todos'. En sus críticas sobre la política exterior del Ejecutivo, le pidió que se deje 'de protocolos y orgullos fatuos' y haga lo posible para que se produzca un restablecimiento del clima de colaboración con Marruecos .
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 4 de febrero de 2002