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La condena eterna de Gómez

El jugador lleva sin jugar ocho meses por una lesión que se suele curar en ocho semanas

"A mí no me sanciona ni Futre ni nadie, eso es una idea ridícula. Tenía permiso del club". Juan Gómez, que regresó ayer de Argentina donde ha estado tratándose de una misteriosa lesión de tobillo, lleva sin posar el pie sobre el césped desde el pasado 10 de junio y está molesto. Muy molesto.

En vísperas del verano de 2001, la temporada pasada, en un partido frente al Sporting, Gómez, titular indiscutible, tuvo que ser retirado en camilla. El diagnóstico, un esguince en grado tres. Unos dos meses de baja. Dos meses que se han convertido en ocho.

El central parecía restablecido el pasado octubre. Recibió el alta médica, cuatro meses después de producirse la lesión, y se entrenó junto a sus compañeros. Pero algo no marchaba. "Debe ser un problema de confianza", se decía en el entorno del Atlético. "Le da miedo golpear por si se rompe otra vez". El 10 de diciembre, después de ir incluso convocado a Murcia, el central tenía que obligarse de nuevo a parar. No estaba recuperado. Algo fallaba de verdad. Ahora, Gómez, se arrepiente de haber forzado su vuelta. "Se complicó la cosa por querer estar en el equipo y llevó a que se agravara un poco más. Muchas veces, el corazón puede más que la cabeza y esa pudo ser una de mis equivocaciones", confesó.

Gómez regresó ayer de Argentina. Se marchó en secreto el pasado 12 de enero, como descubrió hace una semana el diario Marca, a consultar al Doctor Avanzi, un médico argentino habituado a la tarea de restaurar futbolistas, para tratar de encontrar una solución a su maltrecho tobillo. Nadie en el club dijo nada entonces del viaje. Ayer, sin embargo, la versión oficial aseguraba que el futbolista había recibido permiso previo para viajar. Un tobillo sobre el que Avanzi mostró dudas de que hubiese sido tratado correctamente en el Atlético. Una reticencia que ha provocado el enfado de José María Villalón, jefe de los servicios médicos del Atlético, y que ha precipitado el regreso de Gómez. Aunque eso sí, con algunos días de retraso respecto a la fecha en la que fue convocado.

"Considero que el doctor Avanzi ha faltado al respeto a la ética médica y a los profesionales que hemos tratado con anterioridad al jugador", espetó un dolido Villalón nada más saltar la noticia. Ahora dice Villalón que autorizó la marcha del central a Argentina para recabar una opinión más. Y asegura que a Gómez también le han observado, entre otros, los doctores Guillén y Padrón, y que "en todo momento se ha tratado con responsabilidad y rigor científico la lesión del jugador".

Lo cierto es que, según el traumatólogo Albornoz, "el esguince de tobillo en grado tres, el más grave, supone la rotura de uno o más ligamentos y no requiere cirugía. Su curación total suele tardar unos dos meses". Cuando Gómez "precipita" su vuelta a los entrenamientos ya lleva cuatro meses de baja.

El Doctor Villalón, que no reconoció en su momento la marcha de Gómez a Argentina y justificó su ausencia arguyendo que "se le están haciendo unas pruebas", concedió que el jugador "tuvo en navidad una inflamación en el tobillo que retrasó su recuperación". En opinión del médico, "una lesión siempre deja un problema de adaptación al gesto deportivo". Villalón insistió: "Esa sensación de molestia invita a la prudencia. El tobillo de Juan Gómez no ha asimilado la carga de trabajo y ha dicho hasta aquí hemos llegado".

Y hasta aquí se ha llegado. El jugador ha tenido que hacer las maletas apresuradamente desde Argentina después de levantar más de una duda sobre los servicios médicos del Atlético y sigue sin poder jugar. El central no quiere cargar contra los médicos de la entidad rojiblanca y afirma: "Sólo me interesa ponerme bien, recuperarme, que no me queden secuelas y si estoy bien sé que podré jugar en este equipo".

Pero el futbolista, después de ocho meses, no termina de estar muy convencido y se muestra conformista: "Sería bonito jugar por lo menos cinco minutos".

* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 5 de febrero de 2002