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Crítica:FLAMENCO

En la encrucijada

La más relevante cantaora de su generación, Carmen Linares, se encuentra en un momento delicado de su carrera. Lleva tiempo paseándose por todas las cumbres de la gloria, tiene un público incondicionalmente suyo y que la mima y la jalea sin regateos, como se hace con los ídolos más auténticos.

Pero últimamente no canta con el poder y la entrega que eran característicos en ella. Los buenos profesionales en casos así lo que hacen es administrar con inteligencia sus recursos, y creo que Carmen Linares lo está haciendo bien. No corre riesgos inútiles, porque a estas alturas no tiene que demostar nada, y a cambio trata de obtener el mayor rendimiento posible administrando su voz con espíritu conservador. Ya la elección del repertorio, que en el concierto del sábado en el teatro de la Zarzuela -acompañada por Paco Cortés, Miguel Ángel Cortés y Cepillito- fue bastante convencional, apuntaba en este sentido con estilos de no demasiada dificultad. Y cuando éstos llegaron -la taranta, la malagueña, la siguiriya-, la cantaora pasó sus fatiguitas, pero los hizo con solvencia y emoción.

Fue un concierto, por lo demás, sobrio, con un reducido grupo de artistas acompañando el cante. Gente que suele llevar Carmen a sus conciertos y con quienes se entiende de maravilla. Un triunfo más, con el teatro lleno absolutamente, en una carrera que ha hecho de esta mujer una de las figuras capitales del cante flamenco.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 5 de febrero de 2002