Los partidos de Vallecas suelen tener una firma especial, un aire característico que se repite semana tras semana. Un aire peleón, como si los dos equipos de turno compitieran por ver quien corre más hacia ninguna parte, por comprobar quien es capaz de dar la patada más lejana al balón.
RAYO 2| ESPANYOL 2
Rayo: Etxeberria; Ferrón, D. Mainz, De Quintana, Graff (Bolo, m. 90); P. Sanz (Azkoitia, m. 36), Vivar Dorado; Peragón, Míchel (Glaucio, m. 86), Arteaga; y Bolic. Espanyol: Mora; Fran, Lopo, Soldevilla, Rotchen (Pacheco, m. 46), Navas; Morales, Alex (Óscar, m. 67), Roger; Palencia (Posse, m. 40) y Tamudo. Goles: 1-0. M. 32. Míchel, de cerca. 2-0. M. 54. Azkoitia, tras un rebote. 2-1. M. 54. Pacheco, a la media vuelta. 2-2. M. 90. Óscar, de falta directa. Árbitro: Losantos Omar. Amonestó a Palencia, Graff, Roger, Peragón, Lopo, Bolic y Óscar. Unos 6.000 espectadores en Vallecas.
Generalmente, es el Rayo el que se apunta la victoria en todos esos conceptos. Ayer también. Y no sólo en eso se impuso el equipo vallecano al Espanyol. Además tuvo más y mejor la pelota, aunque ese pequeño detalle no le sirviera para llevarse el partido, y demostró que algunos de sus jugadores tienen algo más que oficio y tablas para ofrecer a los pocos aficionados que se acercan al Teresa Rivero. Tienen calidad. La calidad de Pablo Sanz y Peragón. La calidad de Arteaga y Bolic. Y, sobretodo, la gran calidad de Míchel.
El futbolista vallecano sacó el guante a pasear al poco de cumplirse la primera media hora de partido. Un balón largo de Peragón, un centro blando y perdido al corazón del área, lo convirtió Míchel en el primer tanto del Rayo. El centrocampista controló con el empeine, quebró a Rotchen con un simple movimiento del cuerpo y marcó con el exterior de la bota.
El Espanyol metió al argentino Posse en el campo y adelantó un poco la línea de medios. Para nada. No le sirvió para nada. Nada cambió. El equipo catalán apenas llegó a la meta de Etxeberria. Sólo algún lanzamiento lejano recordó que el Espanyol perdía y necesitaba acercarse a la portería ajena.
El segundo periodo trajo más sosiego. La pelota circuló más a ras de suelo. Hubo menos pelotazos y más combinaciones. Más oportunidades de gol y más fútbol. Pero el Rayo seguía ganando en todo. Un gol de Azkoitia fue la recompensa a la mejor predisposición de los madrileños a combinar y a buscar las bandas.
Sin embargo, el uruguayo Pacheco, metió el partido en un puño un minuto después del gol de Azkoitia. El debutante se zambulló en el área, controló con el pecho y anotó un buen tanto a la media vuelta. El Rayo no se alteró. Siguió moviendo la pelota con velocidad y aprovechando los espacios que dejaba el Espanyol, partido por el centro del campo. Así, Peragón tuvo hasta tres oportunidades. Bolic también dispuso de alguna e, incluso, marcó un tanto que quedó anulado por fuera de juego.
El Espanyol reservó los últimos 15 minutos para, definitivamente, buscar el empate. Entonces sí, entonces Tamudo, Roger, o Navas pudieron marcar. Pero fue Óscar, a muy poco del final, quien le aguó la racha de victorias en Vallecas al Rayo al marcar una falta desde la frontal. Los vallecanos quisieron aguantar, se metieron atrás con miedo y perdieron dos puntos en un minuto.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 7 de febrero de 2002