Nunca tan poco dio para tanto.Un 3-2 sugiere vistosidad, alternativas, fútbol de ida y vuelta, voracidad. Nada de eso. Mucha vulgaridad, fútbol correoso, pero no tenso. Humildad a tope, es decir, de esos partidos que despiertan tanta expectación como la que exhibía la grada en su peor registro de la temporada. La parte personal corrió a cargo de un veterano debutante que marcó el gol de la victoria en el último segundo del tiempo de descuento. O sea, la culminación honorífica de una sucesión de anécdotas.
ATHLETIC 3| MÁLAGA 2
Athletic: Lafuente; Javi González, Ocio, Alkorta, Del Horno; Orbaiz, Alkiza; Tiko, Guerrero (Carlos García, m. 73), J. Etxeberria; y Ezquerro (Urzaiz, m. 82). Málaga: Contreras; Josemi, F. Sanz, Roteta, Valcárce; Gerardo, Zárate, Leko (Duda, m. 70), Musampa (Dely Valdés, m. 70); Edgar y Canabal (Calandria, m. 85). Goles: 1-0. M. 4. Alkiza, desde fuera del área, de tiro ajustado al poste. 1-1. M. 30. Pase de Edgar, remata Mussampa, rechaza Lafuente y remacha Canabal. 2-1. M. 33. Centro de Etxeberria y cabezazo de Ezquerro. 2-2. M. 75. Córner que empuja Dely Valdés. 3-2. M. 92. Alkorta, desde fuera del área. Árbitro: Esquinas Torres. Amonestó a Josemi, Leko, Zárate, Alkorta y Roteta. Uno 30.000 espectadores en San Mamés.
Cabía pensar que Jupp Heynckes, liberado de la aglomeración competitiva, volvería a sus orígenes, es decir que pondría fin a las rotaciones, armaría una estructura sólida y buscaría ante el Málaga el inicio de un nuevo itinerario. Pues no. Su alineación fue una caja de sorpresas: debú de Alkorta (sin un minuto en la Liga), titularidad de Guerrero (a quien había aludido en público respecto a su papel en el equipo), suplencia de Urzaiz, en beneficio de Ezquerro, de Larrainzar en favor de Aitor Ocio. Lo del Málaga era más forzado: con cuatro bajas, el banquillo no estaba para florituras.
Situaciones distintas. Uno hace rotaciones; otro, sustituciones. Así que el partido nació con una actitud psicológica contrastada. El Málaga refugiado atrás, el Athletic con las vergüenzas (de atrás) al aire. Antes de que Alkiza marcara el primer gol, en un disparo ajustado, Canabal ya había disfrutado de un mano a mano con Lafuente. Lo curioso del caso es que sólo habían transcurrido cuatro minutos de partido. Alkiza se la inventó con una semivolea; y a Canabal se la regalaron por la inoperancia de los defensores rojiblancos cuando un delantero se interpuso en su diagonal. En plena vulgaridad del Málaga, Canabal, tras otro error, halló fortuna. En la jugada no había nada, pero surgió un centro, un disparo, un rechace y el gigantón que la empuja. Y no había nada, pero hubo de todo. Incluso un gol. Y lo curioso del caso es que en el partido realmente no había ocurrido nada sobresaliente, que no fuera la entrega de futbolistas aguerridos como Alkiza o Edgar o la sensatez de Orbaiz o Zárate.
Ante la falta de argumentos, los goles seguían surgiendo por arte de magia: un rebote habilitó a Etxeberria y su centro lo cabeceó Ezquerro, versionando al mejor Urzaiz. El partido se murió en la vulgaridad, pero siguió produciendo goles hasta descubrir la hornacina que tenía reservada a Alkorta para mayor gloria de su reaparición.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 7 de febrero de 2002