La princesa Hend al Fassi, cuñada del rey Jalehd de Arabia Saudí, tiene problemas ligados a su debilidad por las joyas. En El Cairo, un tribunal la condenó a tres años de trabajos forzados en febrero de 2001, aunque ella recurrió la sentencia y evitó la cárcel. Arrestado, su cocinero libanés confesó que su patrona le ordenaba robar joyas. Incluso el diario Al Ahram publicó informaciones en el sentido de que las mujeres de su servicio doméstico intentaron escapar por las ventanas del hotel donde residía 'porque ya no eran pagadas y tenían la prohibición de abandonar el lugar'. En Suiza, la sociedad De Grisogono, propiedad de Fawaz Gruosi, asentada en las boutiques de la Rue du Rhon, en Ginebra, explicó que esta particular cliente le fue recomendada por una gran banca suiza. Añade que se volvió una de sus principales compradoras, porque pagaba regularmente. De pronto, la princesa dejó de responder a las llamadas, 'ni tampoco hizo caso de las cartas'. Por supuesto, ni devolvió los relojes, las joyas y los collares que le compró a Gruosi. Ahora, Hend Al Fassi debe cuatro millones de francos suizos (2,72 millones de euros) y su nombre ya está en los archivos de la Oficina de Persecuciones Judiciales, la entidad oficial que se encarga de cobrar a los morosos. El joyero afectado ha hecho pública esta situación y ha contradado los servicios de dos de los más prestigiosos abogados ginebrinos, Dominique Warluzel y François Bellanger, para tratar de recuperar, por las malas, lo que no pudo conseguir por las buenas.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 8 de febrero de 2002