El secretario general del PSOE, José Luis Rodríguez Zapatero, no ahorró anoche elogios hacia la secretaria de Política Internacional de su partido, Trinidad Jiménez, de la que destacó su "pasión por la política en defensa de los ideales de libertad, justicia y solidaridad". A su juicio, tiene "la máxima audacia y tenacidad" para empujar el proyecto que él encabeza, y auguró que los próximos años le serán propicios a Jiménez "esté donde esté". No mencionó la posibilidad de que sea candidata a la alcaldía de Madrid pero en su entorno se considera casi seguro que dará ese paso.
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El Club Siglo XXI se llenó ayer para escuchar una conferencia de Jiménez sobre El Gobierno de la globalización. La presentó Zapatero, cuyas palabras fueron seguidas con especial atención por si de ellas se deducía su interés en que sea ella la próxima candidata del PSOE a la alcaldía de Madrid. "Trinidad pertenece mucho más al siglo XXI que al XX; el siglo XXI te pertenece, Trini, estés donde estés", aseguró. Y a continuación, dirigiéndose al secretario general de la Federación Socialista Madrileña (FSM), Rafael Simancas, sentado en primera fila, advirtió, con humor: "Rafa, tranquilo, me voy a quedar ahí... Pero que todo el mundo sepa que lo mejor de la biografía de Trinidad aún no se ha escrito". Ese guiño a Simancas indicaba que el líder del PSOE quiere ser respetuoso con el debate interno de la FSM y que no interferirá en sus deliberaciones sobre las candidaturas al Ayuntamiento de Madrid y a la Comunidad.
En el coloquio posterior los interpelantes insistían en preguntar sobre Madrid. Jiménez eludió respuestas concretas y empezó con la afirmación de que el PSOE tiene un proyecto para ganar en la capital "con independencia del candidato". Pero en el ambiente continuaba la eventual candidatura de Jiménez, que al final señaló: "Todo lo que yo haga y también la dirección del partido será para intentar el consenso interno en la elección" del aspirante.
Acudieron a escuchar a Jiménez representantes de todos los sectores de la FSM, entre ellos José Acosta; Manuel de la Rocha, de Izquierda Socialista, y Pedro Sabando, portavoz en la Asamblea. Como muestra del apoyo de la Ejecutiva Federal, no faltó ninguno de sus miembros, incluido el presidente de Aragón, Marcelino Iglesias. Junto a ellos, asistieron los diputados José Borrell y Alfredo Pérez Rubalcaba y la presidenta de los eurodiputados españoles, Rosa Díez. Entre el público, ocuparon un lugar destacado el presidente del Real Madrid, Florentino Pérez; el secretario general de la UGT, Cándido Méndez; el abogado Antonio Garrigues Walker; el presidente del patronato del Museo del Prado, Eduardo Serra, y los ex presidentes del Tribunal Constitucional Álvaro Rodríguez Bereijo y Miguel Rodríguez Piñero.
'Inteligencia sonriente'
El líder del PSOE, en su retrato político y humano de Jiménez, la definió como "la inteligencia sonriente", y destacó su entusiasmo, su capacidad de trabajo y la posesión del "don de la amistad". De ella siempre admirará, según dijo, que cinco días después "de una derrota electoral sin paliativos", la del 13 de marzo de 2000, escribió un artículo en EL PAÍS en el que decía a todos los socialistas que "se podía convertir la derrota en oportunidad".
En su conferencia, Jiménez estuvo crítica con ella misma, con su partido y con todas las fuerzas políticas en general, nacionales y transnacionales, por no ejercer con nitidez el papel que les corresponde en la dirección de la globalización y en la anticipación de los cambios que registra el mundo de forma vertiginosa. No se salvó ni el Partido Socialista Europeo, de la que es vicepresidenta.Jiménez consideró plausible la función de las ONG y de otros movimientos que quieren participar en la política internacional. Pero esta tarea, a su juicio, corresponde a los políticos.
El objetivo principal de las plataformas cívicas y ciudadanas es, según ella, el de evitar que la globalización se convierta en un proceso sin ningún tipo de control político y ciudadano y que genere exclusión. "¿Pueden suplir la función de los políticos"? Se respondió que no. "Pero no porque yo me dedique a la política y crea que están invadiendo mi ámbito, sino porque las mismas críticas sobre falta de representatividad, legitimidad y capacidad para controlar los efectos negativos de la globalización podrían aplicarse a ellos mismos".
Toda su reflexión sobre el mundo que se avecina apuntaba a la necesidad de que los representantes genuinos de la soberanía popular no queden al margen. La política debe mantener la capacidad competitiva de la economía "bajo las inestables e injustas condiciones de la globalización económica". Pero debe hacerlo sin lesionar las bases de cohesión y solidaridad, dentro de las reglas y de las instituciones democráticas.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 8 de febrero de 2002