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Crónica:FERIA DE VALDEMORILLO | LA LIDIA

En el sexto despertó

Había transcurrido el festejo generoso en premios, o sea, en orejas, que el público solicitó para faenas de distinto nivel estético, y el presidente concedió con su aquel de manga ancha. Y resulta que a Reyes Ramón, el tercero de la terna por ser el más joven de oficio y de reciente salto al escalafón de novilleros con picadores, no le había tocado en suerte ningún trofeo. Esto pareció no hacerle ninguna gracia y reaccionó, saliendo a por todas en el sexto y último, en el que despertó y brindó la mejor faena de la tarde.

En su primero, Reyes Ramón realizó un trasteo largo y desangelado, casi todo por el lado derecho, en el que el temple se le resistió y no terminó de estar a gusto ante el manso novillo de Garcigrande, que, como casi todos sus hermanos de encaste, estuvo bien presentado.

Garcigrande / Saavedra, Tejela y Ramón

Novillos de Garcigrande, bien presentados, que dieron juego; 1º y 6º nobles y con calidad. Julio Pedro Saavedra: estocada tendida (oreja); estocada tendida casi entera (dos orejas). Matías Tejela: media estocada empujando (oreja); más de media trasera y atravesada y tres descabellos (oreja). Reyes Ramón: pinchazo hondo y estocada delantera y caída (silencio); pinchazo delantero apretando, estocada caída y atravesada y cuatro descabellos (vuelta). Plaza de Valdemorillo, 7 de febrero. 3ª novillada de feria. Más de media entrada.

Cuando el sexto aludido de salida llegaba a la jurisdicción de Reyes Ramón, éste se hincó de rodillas y le dio dos largas cambiadas muy aclamadas por el respetable, y, una vez recobrada la verticalidad, toreó a la verónica largando mucha tela, para terminar con un desplante jacarandoso. Supo ver las bondades del burel en el tercio de banderillas, su tranco y la embestida franca, y volvió a ponerse de rodillas al montar la muleta y empezar su faena, que fue coreada con justicia en los momentos más conseguidos, como en la segunda tanda de redondos, largos y templados, que le deslucieron un tanto al perder la muleta en el tercer derechazo, hondo y rebozado. Alternó los dos pitones y se cruzó más al interpretar el natural. Culminó el trasteo con ayudados por alto, en donde el gusto fue la mejor señal. Y luego estropeó su obra al pinchar sin remisión.

Julio Pedro Saavedra no supo aprovehar a su buen primero. Al que realizó una faena pulcra, sin que hubiera conexión con los tendidos, salvo al tirarse a matar y cobrar una estocada de limpia ejecución. En su segundo resultó revolcado, al final sin consecuencias, al rematar una primera tanda de redondos bien planteados y ajustados. Fue en el pase de pecho, al aguantar un parón y volver a tirar del noble y encastado burel. Rodó por la arena y allí fue arollado. Unos instantes de confusión y luego fue volver a la cara del novillo y porfiarle series en corto de derechazos, y acabar por tirarse a matar con agallas. Había recibido de capote a ese toro, en el tercio, por verónicas de manos bajas bien trazadas.

Matías Tejela estuvo valiente en su primero. Un quite por navarras y tafalleras, y por último, una faena de muleta voluntariosa que terminó al abrigo de las tablas. A su segundo le saludó con larga cambiada al uso entre las rayas del tercio, y luego le hizo otra faena voluntariosa, repleta de ganas y variada, que concluyó al ceñirle unas bernardinas, o manoletinas invertidas, el estoquillador apuntando a la cadera torera, y un abaniqueo muy vistoso y salpicado de sal y temple, adornos muy aplaudidos que le procuraron el triunfo.

La novillada, bonita y que dio buen juego a juzgar por las orejas, algunas regaladas, fue entretenida y la gente salió hablando de toros, algo que no siempre ocurre. Además, hubo instantes de buena lidia y los hombres de plata alcanzaron momentos brillantes, como en el tercio de banderillas del cuarto de la tarde, en donde los garapullos fueron prendidos con arte y gracia. En fin.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 8 de febrero de 2002