Leo con sorpresa no exenta de sana envidia la noticia aparecida en su periódico el pasado 27 de enero, en la cual anuncia que la ciudad de Sevilla tendrá dos sedes para su museo y que estos abrirán en el 2003, siendo su principal impulsor el mismo Ayuntamiento de Sevilla. Sin embargo, en la ciudad de Málaga, motor económico de Andalucía, no sólo no tenemos museo y sus fondos llevan almacenados más de cuatro años, sino que ante las peticiones lógicas de sus ciudadanos para que éste se ubique en un sitio céntrico, como es el Palacio de la Aduana, la respuesta de la administración es que sea el antiguo cuartel de la Trinidad, que se encuentra bastante alejado del centro histórico y artístico, y fuera de cualquier ruta turística.
Mientras, nuestro Ayuntamiento se dedica a fomentar obras megalomaníacas, como la ampliación de la zona portuaria, e invita a arquitectos de gran talla como Frank Gehry (que lógicamente, y visto el trato que le dispensaron, salió 'espantao') a darse una vueltecita por la ciudad a ver si, entre cañas y tapitas de 'pescaíto', se le ocurre alguna buena idea que nos saque del sopor y el aburrimiento a los que nos tienen acostumbrados nuestros políticos.
Y es que si mala era la angustia del centralismo madrileño, peor es la asfixia a la que nos tiene sometidos la autonomía sevillana, y mucho peor el cerrilismo político de nuestros dirigentes municipales.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 11 de febrero de 2002