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Crónica:ACB | BALONCESTO

Dueñas y Karnisovas funden la paciencia del Girona

Los veteranos del Barça decantan el partido en el último suspiro

Engaña el marcador y no sólo por lo ajustado del resultado. Ni el Barcelona sufrió tanto como parece ni el Girona llegó a estar nunca en posición de creer factible su victoria. Ni siquiera cuando la acarició con la punta de los dedos, a menos de un segundo de la conclusión. Sasser tenía ocho centésimas de segundo para, por primera vez, dar la vuelta al encuentro, pero, incrédulo, estampó la pelota contra el marcador. Pese a lo ajustado del electrónico, hacía ya minutos que Dueñas y Karnisovas habían dictado su sentencia.

La experiencia del alero lituano puso la puntilla a la ingente labor que el gigante azulgrana desplegó en ambas zonas. Ayer más que nunca, el poder de intimidación de Dueñas resultó vital para la suerte del encuentro. Él solito se merendó a los jugadores de Trifon Poch en un primer cuarto que invitaba al lucimiento azulgrana - el Barça llegó a ganar por 15 y 20-. Perdidos en la cancha, cegados de cara al aro, poco podían hacer sus rivales para contrarrestar la capacidad reboteadora y, ayer, anotadora de Dueñas.

BARCELONA 81| GIRONA 80

Barcelona: Rodríguez (14), Digbeu (7), Karnisovas (20), Okulaja (15), Dueñas (18) -cinco inicial-; De la Fuente (3), Rentzias (-), Alzamora (2) y Varejao (2). Girona: Laso (3), Fenández (4), Sasser (9), Keefe (22), Sekunda (14) -cinco inicial-; Jofresa (6), Moraga (9) y Capdevila (13). Árbitros: Arteaga, Gallo y Pérez Pizarro. Unos 5.500 espectadores en el Palau Blaugrana.

Quizá porque el encuentro tenía tintes de mero trámite para el Barça, Aíto García Reneses le concedió el debú en la ACB al joven Anderson Varejao. La lesión de Jasikevicius permitió que el brasileño ocupara su plaza de extranjero. Fue entonces cuando el Girona intentó el golpe. Con rapidez y mejor tiro, los de Poch fueron mermando a un quinteto azulgrana de lo más alto -cuatro de sus jugadores superaban los dos metros- (40-35, al descanso). Varejao le puso ganas y atrevimiento -encestó sus dos primeros puntos-, pero el equipo notó su inexperiencia. Y la ausencia de Okulaja. Junto con Rentzias -el griego jugó únicamente ocho minutos entre el primer y el segundo cuarto-, el ala-pivot alemán permanecía en el banquillo mientras la suerte del encuentro se decidía (70-69 a cuatro minutos del final). Aíto puso entonces fin al debú del brasileño, dio entrada a Okulaja y la vetaranía de Karnisovas y la envergadura de Dueñas hicieron el resto. Los fallos de Rodríguez en los tiros libres sólo alimentaron una emoción ilusoria.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 11 de febrero de 2002