Cuando me dijeron 'estás nominado para abandonar la empresa', me llevé un susto de muerte (¡con los nervios creí que me estaban despidiendo!). Después de tres meses currando 12 horas diarias por un sueldo de 100.000 pesetas, me sentía integrado y feliz. Por fin había conseguido el sueño de toda mi vida, tener un empleo de más de una semana. Pero como me dijo el director de Recursos Humanos: 'Tú no te hundas, chaval, ahora te vas unos días a casa y descansas, que nosotros, en cuanto vuelvan a subir las ventas, marcamos tu teléfono y te rescatamos'. Me habían recomendado que me comprara un libro, pero no recordaba el título.
-Era algo sobre una pregunta que se hacía un ratón, le dije a la dependienta.
-¿Por quién doblan las campanas?
-No, no, ése no.
-Espere un momento, que mire en el ordenador. Sí, aquí está, ya lo tengo. ¿Quién se ha comido mi queso?
Lo he leído varias veces y me siento mucho más positivo. Estoy deseando volver y seguir aprendiendo y trabajar más horas si hace falta y luchar y esforzarme para llegar con todos mis compañeros a la gran final de O paro, o triunfo.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 11 de febrero de 2002