Como profesores, pero sobre todo como padres del Col.legi Públic Pare Català, queremos hacer pública esta carta que dirigimos a la opinión pública y, en especial, al director general de Centros de la Consejería de Educación. La misiva incluye el siguiente obsequio: 'Esta enseñanza secundaria es la que, apoderándose del hombre desde su primera edad hasta la adolescencia, da a su entendimiento una dirección provechosa o extraviada y le señala para toda su vida con un sello indeleble. Los momentos perdidos en época tan preciosa no se resarcen nunca; y las impresiones entonces recibidas determinan la suerte de los ciudadanos y de la patria. Los institutos destinados a la segunda enseñanza han debido al Gobierno particular predilección, estableciéndose muchos. Por lo tanto, el sostenimiento de los institutos se halla a cargo de las provincias, las cuales se prestan gustosas a este gasto tan corto en comparación de los bienes que produce'. 'La enseñanza de la juventud no es una mercancía que puede dejarse entregada a la codicia de los especuladores, ni debe equipararse a las demás industrias en que domina sólo el interés privado. Hay en la educación un interés social, de que es guarda el Gobierno, obligado a velar por él cuando puede ser gravemente comprometido. No existe entre nosotros ley alguna que prescriba la libertad de enseñanza; y aun cuando existiera, debería, como en todas partes, sujetarse esta libertad a las condiciones que el bien público reclama, siendo preciso dar a los padres aquellas garantías que han menester cuando tratan de confiar a manos ajenas lo más precioso que tienen y precaverlo contra las brillantes promesas de la charlatanería, de que por desgracia se deja harto fácilmente seducir su credulidad y mal aconsejado cariño'. Firmado en Madrid, el 17 de septiembre de 1845 por Don Pedro José Pidal, ministro de la Gobernación de España. De nada.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 12 de febrero de 2002