El consejero de Medio Ambiente, Ramon Espadaler, anunció ayer la construcción de una planta desaladora entre la capital catalana y Castelldefels. La ubicación definitiva está en función de la posibilidad de conexión entre las redes de abastecimiento existentes y los condicionantes ambientales y de suministro eléctrico. La instalación reconvertirá 20 hectómetros cúbicos anuales de agua salada en potable y tendrá un coste de más de 60 millones de euros (10.000 millones de pesetas). La construcción de la nueva planta forma parte del plan de reducción del déficit hídrico previsto por la Agencia Catalana del Agua.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 13 de febrero de 2002