Es triste leer cómo cada lunes la audiencia se dispara para ver Operación Triunfo. La gente habla del mérito que tienen los concursantes por haberse pasado tres meses metidos en una academia donde les enseñaban a cantar. Pues bien, yo, como muchos, me he pasado 15 años metido en el conservatorio de música, intentando empezar una carrera discográfica sin que nadie me hiciera caso. En España hay más de 10.000 grupos intentando conseguir un contrato discográfico. Grupos que escriben sus propias canciones, interpretan sus temas y no necesitan ir a una academia para que les enseñen a quitar el miedo escénico. Gente que nace por y para la música. Y a éstos, ¿quién les da una oportunidad? Nadie. Me parece vergonzoso que unos aprendices de karaoke hayan revolucionado el panorama musical español. Si la gente de este país tuviera más cultura, y se le ocurriera ir a más conciertos de grupos y cantantes que no conocen, el mercado discográfico español ya hubiera cambiado hace tiempo. Pero no. En España el sillónball siempre funcionó, y ahora, aplicado a la música, da un resultado impredecible. Al final, Operación Triunfo caerá como ha caído Gran Hermano, porque no aporta nada nuevo. No necesitamos ver por televisión un programa de karaoke. Todos tenemos uno en el barrio, y al menos lo ves todo en directo y te ríes con alguno que cante mal.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 13 de febrero de 2002