En su artículo del 9 de febrero, Luis Daniel Izpizua habla sobre la aparente incongruencia que supone el que alumnos que acaban un bachillerato cursado en euskera, tengan que pasar un examen que certifique su conocimiento de dicha lengua. ¿Considera quizás la consejera de Educación que estudiar durante 15 años en euskera todas las materias del currículum, y materias como historia, filosofía, química o biología en los dos años de bachillerato, no acredita con creces el conocimiento de la lengua que se les exige a quienes la aprenden partiendo de otra lengua materna diferente? Nos encontramos, sin duda, ante un caso claro de discriminación. Si los bachilleres que estudian en castellano no han de demostrar su conocimiento de esta lengua o a través de un examen específico, ¿ porqué los de euskera sí? ¿Se imaginan que a flamantes bachilleres franceses, alemanes o ingleses se les exigiese pasar en una de nuestras escuelas de idiomas el mismo examen que han de realizar los alumnos vascos de dichos centros, para así poder demostrarnos que su conocimiento de sus lenguas maternas es satisfactorio?
Pero más irracional todavía que la exigencia de este examen de euskera a los alumnos que han estudiado en euskera exclusivamente, es que no se les exija realizar un examen de castellano, lengua en la que nunca han sido educados. Los despropósitos no acaban aquí; en las oposiciones para profesores que van a celebrarse en julio, salen a concurso plazas en castellano y en euskera, pero a los profesores de lengua materna castellana que han cursado su carrera correspondiente en castellano, no se les permite tomar parte en dichas oposiciones, es decir, no se les considera aptos para enseñar en castellano. Sin embargo sí se considera aptos para enseñar en castellano a los profesores que han realizado todos sus estudios (carrera incluida) en euskera, siempre que hayan pasado el examen de euskera, y sin ningún examen de capacitación lingüística de castellano de por medio. En fin, que bien podríamos decir que en la consejería de educación faltan profesionales que velen por que los ciudadanos vascos sean bilingüemente cultos y sobran comisarios políticos.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 13 de febrero de 2002