O hay consignas de evitar cualquier tipo de alarmismo pesimista, cosa incierta, o el mercado del arte sigue boyante y por completo ajeno a los nubarrones que acechan las economías occidentales. Resultaba difícil encontrar ayer en Arco galeristas pesimistas e, incluso, muchos se mostraban menos escépticos que hace dos o tres años, cuando las ventas recordaban los felices ochenta. "Arco es una fiesta del arte y ahora mismo los coleccionistas españoles ya pueden mantener por sí solos la feria", comentaba la galerista española Juana de Aizpuru.
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"No es como hace unos dos o tres años, en que los precios no paraban de subir, pero la crisis internacional no ha afectado al mercado, que se mantiene estabilizado", explicó Silvan Faessler, director de la galería alemana Gmurzynska, que presenta en su stand un bellísimo miró de 1929, Composition, que vende por 450.000 euros, una cifra ligeramente inferior al coste de una composición cubista de Braque que la galería ya tiene apalabrada.
No son los precios más caros de Arco. Una pintura de 1937 de René Magritte, Claude Marcy, en la galería alemana Hachmeister se vende por un millón de euros. Con todo, hay precios para todos los gustos y se pueden encontrar piezas por 72 euros, como una serigrafía de Lita Mora, El pescador de sueños, en la granadina galería Sandunga.
Ayer empezaban a verse algunos puntos rojos, no en vano era el día dedicado a los coleccionistas, pero no se habían realizado todavía grandes operaciones. La galerista Helga de Alvear estaba satisfecha porque anteayer, en pleno montaje, ya vendió, por 12.500 euros, un tríptico fotográfico de Montserrat Soto. "En enero ya se notó que las ventas iban bien", comentó la galerista, que tiene como una de sus piezas estrella Fourth, de la australiana Tracey Moffatt. Es una serie de 26 fotografías sobre lienzo extraídas de las retransmisiones de los Juegos Olímpicos de Sydney en las que aparece el desconsuelo de los que llegaron en cuarto lugar. Fourth, que también puede verse en la galería australiana Roslyn Oxley9, cuesta 75.000 euros.
Y es que la fotografía, una vez más, es en sus diferentes variantes una de las grandes estrellas de la feria. Muchas galerías presentan fotografías de artistas que suelen tener una edición limitada de entre 3 y 20 copias según los casos, aunque hay excepciones. Es el caso, por ejemplo, de las que ofrece la galería Claude Bernard. Allí pueden adquirirse fotografías tan históricas y míticas como El beso, de Robert Doisneau, por 21.340 euros, si bien se trata de una copia moderna y la edición es ilimitada.
El único punto negro de esta edición ha sido el malestar que ha provocado entre algunos galeristas la desigual distribución del espacio público, específicamente los pasillos, en el pabellón 9. La feria en conjunto ha ganado un 30% de espacio expositivo, pero mientras los pasillos centrales de cada pabellón son grandes avenidas casi desproporcionadas, en este pabellón el ancho de los pasillos va decreciendo de forma drástica en los pasillos laterales. "Unos están en el gran bulevar y a otros nos toca el barrio chino", comentaba entre jocoso y enfadado Juan González, de la galería Siboney. Los afectados se quejan de que pagan lo mismo por metro cuadrado (151 euros), pero las condiciones son desiguales. Para Petra Pérez, de la bilbaína galería Vanguardia, "a los arquitectos que han diseñado este espacio les tendrían que dar el cum laude a la desigualdad democrática".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 14 de febrero de 2002