Casi tres años después de abandonar sus funciones directivas en el recién nacido BSCH, sacrificada por conflictos de poder con los ejecutivos que venían del BCH que no aceptaron que apareciese como la heredera, Ana Patricia Botín Sanz de Sautuola O'Shea vuelve al banco. En realidad, nunca lo abandonó del todo. Se mantuvo como consejera y miembro de la comisión ejecutiva, el lugar donde se cuecen las grandes decisiones y en la que sólo figuran ocho personas. Durante este tiempo ha visto la corrida desde la barrera, desde un asiento privilegiado, mientras los responsables del banco batallaban por ganar el poder día a día.
Fue, precisamente, su marcha el primer estallido de una crisis que ahora parece terminar después de varios golpes de mano de su padre, Emilio Botín, devoto de manejar el arte de la guerra bajo las enseñanzas del filósofo chino Sun Tzu. Ana Patricia, nacida bajo el signo de Libra (como su padre) hace 42 años, ha tenido mucho tiempo para aprender en este mundo lleno de minas. En estos tres años de paréntesis ha emprendido iniciativas personales relacionadas con Internet y la promoción de inversiones en Latinoamérica.
Con su llegada a Banesto, Ana P (denominación que a veces recibe en el banco) pasa a ser la segunda mujer presidenta de una entidad tras la condesa de Fenosa, que lo es del Pastor, y vuelve a tener mucho peso en la linea sucesoria.
Ha heredado la afición al golf de su padre (cuenta con algunos títulos) y al piano de su madre (Paloma O'Shea, impulsora del Concurso Internacional que lleva su nombre). Y es tan austera como los dos. Tras estudiar en Bryn Mawn (EE UU) y hacer un masters en Harvard, y quizá por deseo expreso de su padre para que tuviera otras experiencias, comenzó a trabajar en J. P. Morgan, donde estuvo ocho años. En ese tiempo, se pateó el metro de Nueva York para trasladarse al barrio de Wall Street a trabajar.
En 1989 se incorporó al Santander, en donde ha sido responsable de Latinoamérica (etapa en la que extendió la entidad en este área) y participó en alguna incursión sin mucho éxito en Asia; estuvo en Tesorería y banca corporativa. Le faltaba la banca minorista, y eso le llega con Banesto, "la joya de la corona" que tanto mima su padre y que tanto ansiaba su abuelo. Es de las que piensa que hay que mantener lo que funciona bien, por lo que es presumible que continue con el equipo y la línea trazada (entre otras cosas, el equipo ciclista) por Alfredo Sáenz, con el que guarda una excelente sintonía, la que nunca tuvo con Corcóstegui.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 14 de febrero de 2002