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Bush vincula la reducción de gases de efecto invernadero al crecimiento económico de EEUU

El plan estadounidense ofrece incentivos fiscales a las empresas que limiten sus gases

El presidente estadounidense, George Bush, planteó ayer su alternativa al Protocolo de Kioto, basada en una reducción voluntaria e incentivada (con rebajas fiscales por valor de 5.300 millones de euros en cinco años) de la emisión de gases que refuerzan el efecto invernadero provocando el cambio climático. La nueva estrategia de Bush, quien al llegar a la Casa Blanca repudió el acuerdo alcanzado en 1997 en Kioto, se marca como objetivo una reducción del 18% de aquí al año 2012 mediante una fórmula que vincula la disminución al crecimiento económico (se trata de pasar en diez años de las actuales 183 toneladas métricas por millón de dólares de PIB a 151 toneladas métricas por millón de PIB).

La propuesta de Bush, incentivada con concesiones fiscales a empresas, agricultores y particulares, fue criticada por los defensores del medio ambiente, que la calificaron de "inestable", y desde el sector industrial, que consideró que en el futuro impondrá la obligatoriedad de los recortes de emisiones.

El Protocolo de Kioto, de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático, establece que en el plazo 2008-12 los países industrializados reduzcan sus emisiones de gases de efecto invernadero, responsables del aumento de las temperaturas medias de la Tierra, en un 5,2% respecto al nivel de 1990. Para EE UU la reducción es del 7% y para la UE del 8%.

Bush, escéptico sobre las causas del efecto invernadero -al alimón con el Congreso, contrario a cualquier injerencia internacional en las políticas de Estados Unidos-, rechazó el pasado mes de marzo Kioto con el argumento, repetido ayer, de que su puesta en práctica tendría desastrosos costes económicos y sociales, con reducción de PIB y la pérdida de millones de puestos de trabajo.

De ahí las palabras pronunciadas en la tarde de ayer en la Administración Nacional Oceanográfica y Atmosférica: "Esta nueva estrategia se basa en la idea de sentido común de que el crecimiento económico sostenido es la clave para el progreso medioambiental, porque es el crecimiento lo que proporciona los recursos para la inversión en tecnologías limpias".

El presidente se propone como meta reducir un 18% durante los próximos diez años la llamada Intensidad de los Gases del Efecto Invernadero. Su propuesta incluye la creación de un registro voluntario de compañías dispuestas a controlar e informar sobre sus emisiones de gases que las hará acreedora de subvenciones y otros incentivos económicos.

Las previsiones presupuestarias dedican 4.600 millones de dólares en incentivos fiscales durante los próximos cinco años a cubrir estas iniciativas. Además de las grandes empresas, también agricultores (plantando árboles), particulares (con la adquisición de vehículos híbridos) y quienes potencien fuentes alternativas de consumo energético (como paneles solares) tendrán compensaciones fiscales. En la actualidad, sólo 222 compañías, en su mayoría en el sector eléctrico, informan sobre sus emisiones.

Según Ari Fleischer, portavoz presidencial, Bush comunicó ayer a José María Aznar, en su calidad de presidente de turno de la UE, la nueva estrategia medioambiental de la Casa Blanca. La UE se propone alcanzar este año la ratificación y entrada en vigor del Protocolo. Otros países fueron informados por el secretario de Estado, Colin Powell, y por la consejera de Seguridad nacional, Condolezza Rice. Fleischer dijo que las ideas presidenciales fueron acogidas con interés. Bush parte mañana hacia Asia y desea presentarse en Tokio y Pekín con un plan que le escude ante las críticas por su rechazo de Kioto.Ante los medios ecologistas de Estados Unidos no hubo escudo. Fue duramente atacada la vinculación del control en la emisión de dióxido de carbono al desarrollo, porque la eficacia en el uso de la energía ya ha derivado en una caída promedio del 1,6% anual en la producción de este gas durante los pasados diez años, según datos oficiales.

Desconfían los ecologistas de la relación que se establece con el crecimiento económico, por estimar que un aumento del PIB conllevará mayores emisiones de los gases, aunque haya reducción en términos relativos. "Son medidas voluntarias vinculadas a la salud de la economía que convierten a Estados Unidos en un amigo nada fiable del clima global", dice Dan Becker, portavoz del Sierra Club, la mayor organización medioambiental de EE UU. "Si la economía va bien, hacemos algo modesto; cuando no, arrojamos por la borda el calentamiento global".

* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 15 de febrero de 2002