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CARTAS AL DIRECTOR

Vergüenza ajena

Auditórium de Palma de Mallorca, domingo 3 de febrero. Lola Herrera borda el papel de Menchu en Cinco horas con Mario, la magistral obra de Miguel Delibes. Sin embargo, salgo algo asqueado del espectáculo. ¿Motivo? En una hora y media escasa de función habían sonado entre el público nada menos que cuatro teléfonos móviles, a cual más hortera y escandaloso en su forma de pitar. Uno se pregunta cómo es posible que haya tanto idiota suelto, pero, sobre todo -y dado que el bochornoso espectáculo se repite con demasiada frecuencia en funciones teatrales y hasta en conciertos-, cómo es posible que los responsables de locales como nuestro auditórium no se decidan a tomar medidas preventivas, tan sencillas como un anuncio por los altavoces, claro y terminante, en varios idiomas, antes del comienzo de cada función, conminando a apagar cualquier aparato capaz de emitir pitidos, con especial mención de los teléfonos móviles.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 16 de febrero de 2002