Soy adolescente. Mis padres velan por mí. Están tan contentos con la nueva ley del botellón que ayer se juntaron con los padres de mis amigos y celebraron que alguien por fin tomara medidas. Hoy se han levantado con resaca.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 17 de febrero de 2002